El nombre que nacio de la magia

Cada nombre guarda un secreto, una chispa de memoria que nos conecta con quienes somos. El mío, Rhinangola, nació de un momento mágico en mi infancia, entre risas y la complicidad de mi papá.

El ambiente en mi casa, hasta donde recuerdo, estaba lleno de juegos, musica y sorpresas. Yo tenía apenas cuatro años y veía a mi papá como un ser misterioso: trabajaba un día sí y un día no, y en mi mente infantil eso solo podía significar una cosa: que desparecia… ¡era mágico! Un día decidí confrontarlo. Con mis ojitos de medio lado le pregunté: —Papito, ¿tú eres mágico? Él se confundió mucho, y en lugar de responderme directamente, me regaló un nombre: —Rhinangola

. Yo me quedé mirándolo, y de pronto la palabra se transformó en un juego: —Rhinangolola… Rhinangolita…

Y ahí ya no pude contenerme: me tiré al suelo muerta de la risa, como si me estuvieran haciendo cosquillas. Desde entonces, ese nombre se quedó conmigo. La familia entera me conoce como Rhinangola, y hasta hoy, cuando mis primos me ven, me llaman así, principalmente mi primo «Rafelito». Cada vez que lo escucho, todavía me produce gracia y me recuerda aquel espectáculo que hice frente a papá.

Ese instante de risa y magia se convirtió en mi identidad, en la raíz de mi proyecto creativo. Hoy, Rhinangola2023 no es solo un dominio o un blog: es el eco de mi infancia, la chispa que me inspira a escribir, a soñar y a producir libros infantiles que nacen de la misma magia que me acompañó desde niña.

✨ The Story Behind Rhinangola ✨

Every name carries a secret, a spark of memory that connects us to who we are. Mine, Rhinangola, was born from a magical childhood moment, filled with laughter and the playful complicity of my father.

The atmosphere at home, as far as I can remember, was full of games, silences, and surprises. I was only four years old, and I saw my father as a mysterious figure: he worked one day and rested the next, and in my child’s mind that could only mean one thing: disappear… he was magical!

One day I decided to confront him. With my little eyes looking sideways, I asked: —Daddy, are you magical? He looked confused, and instead of answering directly, he gave me a name: —Rhinangola. I stared at him, and suddenly the word turned into a game:

—Rhinangolola… Rhinangolita… And then I couldn’t hold back anymore: I fell to the floor laughing, as if someone were tickling me. From that day on, the name stayed with me. My whole family knows me as Rhinangola, and even today, when my cousins see me, they call me that. Every time I hear it, it still makes me laugh and reminds me of the little show I put on for my father.

That instant of laughter and magic became my identity, the root of my creative project. Today, Rhinangola2023 is not just a domain or a blog: it is the echo of my childhood, the spark that inspires me to write, to dream, and to create children’s books born from the same magic that has accompanied me since I was a little girl.